Cuando escribí mi artículo “La Ética de Ser Invisible”— sobre fotografía en la calle, sus dilemas éticos, y varios ejemplos de conflictos que había presenciado o experimentado en las calles de Nueva York tomando fotos — prometí otro texto de seguimiento sobre la experiencia opuesta: momentos donde el hecho de trabajar haciendo foto de calle con imágenes “robadas” había dado pie más tarde a bonitas conexiones humanas por casualidad, facilitadas por las dinámicas de las redes sociales actuales.

A menudo, he expresado que en la foto de calle, para sentirse confiado y lo suficientemente atrevido para hacerlo bien y expresar tu creatividad, es crucial imaginarte que estás en una misión de capturar belleza. Que es casi un mandamiento. Eso te ayuda a tener la total certeza de que tus intenciones son puras cuando fotografías a una persona desconocida. En principio, pregúntate cómo puedes contar lo más fielmente posible la “verdad” percibida de esos sujetos con los que conectas en cierto modo, aún sin hablarles. Y, como decía en mi otro artículo, lo primordial es fotografiar con empatía y respeto, teniendo siempre en mente qué es lo que TÚ estarías dispuesto a aceptar de ti mismo si te descubrieras en una foto que alguien hubiera tomado de ti sin saberlo. Siguiendo esa ética y tratando de “ennoblecer” a mis sujetos, sigo una especie de credo: “Si esta persona viera la foto que le he tomado, espero que no se sintiera ni enfadada ni ofendida, pero quizás viera que le intenté retratar favorecido/-a”.

Y eso es algo que de hecho ha ido ocurriendo un par de veces ya. Lo que sigue es un estudio de 6 casos, en donde lo que empezó con fotos tomadas en la ciudad de Nueva York sin pedir permiso acabó fraguando conexiones con las personas en las imágenes. Fue un proceso que me permitió conocer quién era esa gente y cómo eran sus vidas. De desconocidos a conocidos…

 

CASO # 1: “El Beso” / Andrew y Stephanie

De la que es probablemente la foto más conocida de mi carrera por el momento: “El Beso”. Era la noche electoral de noviembre de 2008, la histórica victoria de Barack Obama, y me encontraba yo en Times Square rodeado de gente celebrándola. De repente, descubrí a esta bella pareja besándose apasionadamente y les tomé una foto “robada”. Cuando vi la imagen en la pantalla de mi cámara me di cuenta que, considerando la histórica noche, una foto así podía tener cierto potencial icónico. Y me dije a mí mismo: “Si fuera yo, me encantaría poder ver esa foto de mí que alguien tomó en ESE momento”.

 

Así que me acerqué a la pareja y les pedi si les podía sacar un retrato (ayudó el hecho de que esa noche llevaba un pase de prensa colgado de mi cuello). Mientras posaban para mí, les tomé el retrato que podéis ver justo debajo, una foto rápida que podría pasar sin pena ni gloria, nada comparable a la mágica electricidad de la foto original. Cuando vi que parecían ser gente maja, me sentí confiado a revelarles que había sido incapaz de NO tomar una foto antes cuando se besaban. Les enseñé la foto y les entusiasmó.

 

 

Intercambiamos direcciones de correo y les prometí mandarles el archivo.

Más tarde, aquella noche, subí “El Beso” a mi cuenta de Flickr, junto a otras fotos de la velada, y en pocas horas, empezó e explotar en número de visitas y favoritos, creciendo más y más según pasaban los días. No entendía por qué. Pero una semana después, descubrí que la página web del canal de TV NBC New York había hecho un artículo y enlazaban a mi imagen, llamándola “El Nuevo Beso”, y comparándola con la icónica imagen del marinero y la enfermera besándose en esa misma localización para celebrar la victoria contra Japón en el final de la II guerra mundial. Le mandé un email a la pareja con la foto y me dijeron que era un regalo a recordar toda la vida. La coincidencia ocurrió de nuevo meses después de la primera noche, porque el día que finalmente llegué a quedar con ellos para tomar café y conocernos, era la víspera del juramento de Obama como nuevo presidente. Durante mi charla con la pareja, les regalé una copia impresa de “El Beso” y al final de la tarde llevé a Stephanie y Andrew -ahora ya sin ser desconocidos- al mismo lugar y les retraté una vez más.

 

 

En la conversación, supe que Andrew era británico y estaba estudiando y trabajando en la industria financiera en Nueva York. Stephanie, por su parte, era francesa, vivía entre NYC y París y trabajaba como marchante de arte. Y ahí vino lo más inesperado: de repente, me invitaron a una fiesta que daban la semana siguiente y me pidieron que trajera fotos de mi trabajo para colgarlas en la pared del apartamento de Stephanie, y ver si sus amigos querían comprar algo de arte para sus casas. En aquella fiesta, ver las paredes cubiertas de fotos mías, durante mi primer año empezando en la fotografía, fue una experiencia increíble y surreal.

Por desgracia, varios años después, Stephanie y Andrew rompieron su relación. Pero “El Beso” y su historia aún depararían un giro final. El día que subí la imagen a mi cuenta de Instagram varios años después, recibí el siguiente comentario. [NOTA]: Traducción del inglés del texto de la foto debajo:

JoePhilipson: “¡Carajo! ¡Soy el chico del gorro naranja!”

Sionfullana:¡Dios mío, Joe! Cuando leí tu comentario al principio pensé “sí, claro” (suelo recibir muchos comentarios de esos “yo conozco a ese tipo” de gente que ni vive en el mismo país). Pero al ver tus fotos me doy cuenta que tienes razón. ¡Qué genial! Me alegro mucho de que encontraste la foto. ¿Me mandarías email a gmail?

 

Con ello, Joe Phillipson entró a formar parte de la historia de “El Beso”. Me contó que era fotoperiodista y que la noche de las elecciones estaba en NY de visita para cubrir la jornada y tomar fotos para un periódico de Hawaii. Y había quedado inmortalizado en la mía. Aunque eventualmente llegué a conocer a Joe en persona y tomamos un café y charlamos, no había traído copia de la foto ese día, y no he podido retratarle para mi proyecto aún.

 

 

 

CASO # 2: “Los Indecisos” / Luke

Caminaba una tarde cerca de Soho en Nueva York con mi marido Anton y unos colegas fotógrafos urbanos, unos meses antes después de las elecciones de 2012. Era un tiempo de altas tensiones y debates muy encarnizados en las campañas de ambos partidos en los medios de comunicación, aquellas semanas. De pronto, vi venir caminando a este chico bien vestido, con una mirada de preocupación en su rostro, una expresión facial bastante distintiva. La bandera estadounidense (y su reflejo) a ambos lados de él. Con una fracción de segundo para encuadrar, le tomé la foto con mi iPhone a la altura de mi cintura.

 

 

Subí la imagen a mis canales fotográficos habituales bajo mi serie “Esto es América”, con el siguiente pie de foto:

“Enfrentados a la posibilidad de dos futuros radicalmente opuestos, las sociedades y modelos de América que los dos partidos representan ahora mismo en la elección de 2012, hay mucha gente ahora luchando la batalla de sus ideas. Lo destacable es que la lucha se hace de modo entusiasta más para evitar la victoria de los oponentes que para asegurarse que su propio candidato mantiene u obtiene la Casa Blanca. Pero, ¿Qué ocurre con los que se quedan en medio?

Bienvenidos a la América de los indecisos… los independientes… el voto decisivo. Por lo que ahora parece, quizá NO haya una América disponible para quien se quede en terreno neutral. Quizás, por una vez, ha llegado el momento de escoger un lado. O de permanecer en silencio y ver como los otros dos se hieren unos a otros en los 59 días restantes antes del día de las elecciones”.

 

Unas horas después, uno de mis seguidores en Instagram reconoce a su amigo en mi foto, y le etiqueta para que la pueda ver. Le respondo, y eso es lo que sigue… [NOTA]: Traducción del inglés del texto de la foto debajo:

 

Arieldesign: @lukedupont

Sionfullana: !Uau! Creo que esta es la primera vez que alguien identifica claramente a un personaje de mi foto. Hola, Luke! Espero que no te siente mal ver esto. Me encantó tu estilo, ya que siempre me atrae fotografiar personalidades interesantes en las calles de la ciudad.

Lukedupont: ¡Hola! ¡Me encanta la foto!¡Capturaste mis pensamientos exactos cuando me tomaste la foto!

sionfullana: Hola, Luke. ¡Me alegra mucho oír eso! Parece que mi “modo empático” estaba en marcha como me gusta que esté cuando saco fotos importantes. Me encantaría mandarte el archivo de la foto, o si estás en NY, te traigo una copia impresa como agradecimiento.

 

Varios días después…. ¡Y ahí está!…
Tuve oportunidad de conocer a Luke Dupont, un nativo de Louisiana que se había mudado a NYC hacía poco, tras pasar varios años en Miami. Director de arte y diseñador en el pasado, Luke ahora era director creativo y cofundador de varias “startups” de blogging y distribución de contenidos.

 

 

CASO # 3: “La Chica del Bar” / Kera

Anton y yo vivimos en Greenwich Avenue en el West Village por cinco años, encima de este bar llamado Johny’s. Habíamos pasado por su ventana miles de veces, de noche y de día, y habíamos a visto centenas de sus clientes, sin prestarles atención. Excepto aquella tarde, en que el sol entraba por la ventana y bañaba a una belleza misteriosa que estaba ahí sentada, entre la luz y las sombras. Saqué mi teléfono y tomé una única foto. Uno de esos momentos afortunados. Subí la foto a Flickr e Instagram y la llamé “La Chica del Bar”

 

 

Meses más tarde, Anton y yo dejamos aquel apartamento y nos mudamos a Brooklyn. Varias semanas tras conocer a Luke en persona (el chico del caso anterior), la suerte sonrío de nuevo de forma inesperada. Una chica en Instagram estaba buscando la etiqueta #JohnnysBar, reconoció a su amiga en mi foto y la etiquetó. “La Chica del Bar” había sido hallada. [NOTA]: Traducción del inglés del texto de la foto debajo:

 

Tattoedluv: Y casi dos años después, con lealtad a ese lugar todavía en mis venas…La Chica del Bar ha sido encontrada. Me puedes ver aún hoy en día mirando por esa misma ventana a menudo. Sion Fullana, gracias por esta foto maravillosa.

SionFullana: ¡Oh, uau! ¡Es increíble! Muchas gracias por tus amables palabras. Me hace feliz que ocurrió la conexión. Estoy trabajando en una serie de historias sobre imágenes que empezaron como foto de calle.

 

Logré conocer a Kera, una preciosa habitante de Queens (Nueva York) que vivía en Bed-Stuy en Brooklyn. Me contó que pasaba sus días entre sus clases de psicología y su trabajo como tutora privada de matemáticas para el departamento de educación, trabajando con niños. Kera estaba entusiasmada con su foto, y me hizo feliz poder regalarle una copia y retratarla en el mismo bar.

 

 

 

CASE # 5: “Con Pajaritas” / Ted y Daniel

Unos dos años atrás, entré al tren L en Williamsburg (Brooklyn) una noche de verano. Me llamó la atención el vestuario de los chicos sentados enfrente, pero como buen émpata, lo que me impulsó a sacar el teléfono y tomar la foto fue la conexión que sentí entre los dos amigos. Había una energía en su conversación que era casi palpable.

 

 

Guardé la imagen sin subirla como un mes o así. Cuando lo hice por fin, una vez más ocurrió que uno de mis seguidores resultó ser amigo de uno de los chicos y me puso en contacto con él. Por cuestión de horario, nos llevó varios meses poder encontrarnos, pero me hizo feliz poder incorporar a Ted y Daniel a esta serie. Uno es de Dakota del Sur, y el otro de California. Se hicieron muy amigos trabajando años atrás en la cadena de supermercados Trader Joes. Alimentada por sus divertidas personalidades y su pasión compartida por la actuación y el teatro, se formó una amistad entre ambos de aquellas al estilo “mejores amigos que no paran de reír y hacer locuras cuando están juntos”.

 

 

Después de tomar algo con Ted y Daniel y pasar un par de horas con ellos, tuve la certeza de que mi primera impresión al verlos la primera vez había sido correcta. Y ellos se lo pasaron genial sacando estos nuevos retratos.

 

CASO # 5: “El Maravilloso Mundo del Hombre Martillo” / Daniel

En junio de 2011, fui a fotografiar Folsom Street East, una feria al aire libre de fetish y amantes del cuero que es siempre un paraíso para oportunidades fotográficas de oro. Cuando ya me iba por la tarde, bajo una preciosa luz del atardecer, vi a este chico al que alguien le estaba haciendo una sesión de fotos. Sin decir nada, le robé yo una o dos y me fui. Publiqué la foto en Flickr: había algo que parecía atemporal, intrigante y casi místico sobre esta persona en la foto. Y como mi querido amigo y mentor fotográfico Giovanni siempre había dicho que ésta era una de sus fotos mías favoritas, siempre le tuve un afecto especial, y me pregunté a menudo si algún día descubriría quién era el hombre del martillo…

 

 

Unos años después, estaba en Flickr navegando y descubrí unos retratos de un chico con barba. Mientras los observaba, empecé a pensar: “Espera un segundo…. ¿Podría ser él? ¿El chico del martillo? Le escribí al chico y me respondió que en efecto, era él. ¡Bingo! Cuando por fin lo conocí en persona, supe (entre otras coincidencias) que se llamaba también Daniel (como uno de los chicos del metro), que (como yo) había nacido en España pero vino a los Estados Unidos de muy niño con su familia, y que también compartía pasión por la fotografía. Daniel me contó de sus trabajos habituales (masajista, acupuntor, obrero de construcción, etc.) y me habló muy vivamente sobre su vida y aventuras. Pronto me di cuenta que estaba frente a un espíritu libre y sin miedos, que ni dudó en subirse a una escultura pública bastante alta para que le tomara el retrato con la foto que le había regalado.

 

 

CASO # 6: “Pintando Belleza” / Ellen

El año pasado, atendí la fiesta de inauguración de la colección de moda Clash By Dash en el Distrito de la Carne. Había colaborado con el joven diseñador en varias sesiones de foto, y fue una noche divertida, con modelos, performance y fiesta. Me movía por la discoteca sacando fotos de la noche discretamente y subí varias a mis redes.

 

 

Al día siguiente, la maquilladora que estaba trabajando en la modelo en la foto anterior, se encontró con mi foto. Y meses más tarde, en otra visita suya a Nueva York para un seminario, nos conocimos. La adorable Ellen Geenty es estilista de peluqería y artista de maquillaje, nacida al norte del estado de Nueva York, pero criada en Carolina del Norte, donde aún reside. Hablamos sobre sueños profesionales, carrera, atreverse a ser aventurero y ver por dónde te lleva la vida. Ellen me contó de la vez en que vendió todo lo que tenía y se mudó a Puerto Rico para cambiar de aires. Pero al acabársele el dinero, tuvo que regresar a Carolina del Norte y empezar de cero otra vez.  Varios amigos neoyorquinos de Ellen la están intentando convencer para que dé el paso y se mude aquí. Considerando que su mayor deseo sería aplicar su talento y habilidades para trabajar en televisión o cine, aplaudí la idea.

 

 

 

Al final del día, tras el placer de ser capaz de establecer conexiones humanas tan bonitas con la gente que había fotografiado en su día como desconocidos en la calle, aún sin haberles pedido entonces su permiso, quisiera tan solo mandar un mensaje a los que critican y asumen siempre lo peor sobre la fotografía urbana (incluyendo a algunos que me han dejado comentarios al respecto en mis fotos alguna vez): No todo en la foto de calle es sobre fotógrafos pervertidos, voyeurs en sentido malo, o “ladrones” que roban a sus sujetos. No todo el que se entere de que les habías tomado una foto se enfadaría contigo ni querría darte una paliza. Y no todo el que quisiera posar para ti en la calle si se lo pidieras es solamente porque está loco, es un egocéntrico o un “busca fama”, solo por el hecho de ser algo más liberal con su propia imagen.

En conclusión: Si creas con arte y pasión, estos días, en cualquier momento, las redes sociales podrían acercarte a esos “desconocidos” a quienes fotografiaste en su día. Y nunca sabes qué puede pasar o a dónde te puede llevar el camino cuando haces un conocido o amigo de quien había sido desconocido en su día. Ábrete a esa energía mágica y mantén el credo como meta: si tu sujeto fuera a encontrarte, asegúrate que él o ella estará feliz con la imagen que le sacaste.